26.5.08

Presentación del novela La Almadraba



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Leonardo da Jandra y Guillermo Fadanelli durante la presentación.


En el foro Octavio Paz de la librería del Fondo de Cultura Económico de Miguel Ángel de Quevedo de la ciudad de México, donde no cabía un pescado más de los múltiples que han caído en La Almadraba escrito por Leonardo da Jandra (y último volumen que cierra la trilogía costeña empezada por Huatulqueños y Samahua) el polémico escritor Guillermo Fadanelli dijo que: Da Jandra, sin ser mi maestro siempre tiene un título que recomendarte que te cambia la vida. Continuó diciendo Fadanelli que da Jandra es un escritor necesario en la literatura, porque de no existir su obra, una parte del espíritu se quedaría a oscuras. Espíritu en el sentido alemán que es el de crear objetos que no se encontraban antes en el mundo y hacer así menos oscura nuestra existencia.

En esta novela se revela la pasión por el mar y el respeto al poder destructor de la naturaleza. Cazador minucioso, en su novela La Almadraba, sus personajes poseen una realidad desoladora; es como si el lector llevara la novela a la espalda, siendo transportado hacia lugares inéditos. Fadanelli citó a Dostoievski al decir que en esta nueva novela de da Jandra se nota “el sufrimiento como un tomar conciencia de las cosas”. A Guillermo le gustó mucho un personaje dialoga con la muerte diciendo que: “Yo ya estoy más muerto que vivo, por lo tanto puedo hablar sin ofender a nadie”. Y es que la vida y la muerte se vuelven un constante renacer, otra mirada de la muerte y de la vida presentes en Huatulqueños y Samahua.

Continuó Guillermo comentando que: en La Almadraba, se enfrenta el lector a un mar de palabras, donde el conjuto de historias son llevadas por el mismo impulso de las mareas. Cazador y pescador consumado, da Jandra tiene conciencia cabal de los habitantes de la selva y el mar, por lo que su narración jamás nos cansa. Siente Leonardo una pasión por el héroe en la eterna caída, el héroe trágico. El héroe que sabe que, a su pesar, va a perder, pero que da la lucha hasta el final. Y continúa diciendo Fadanelli que esta novela es una obra de un humanismo visto desde un lado idealista, a pesar de las derrotas aparentes de sus personajes. No negará da Jandra que tiene que ver con el romanticismo alemán: La Almadraba es una metáfora, una red de donde nadie logra escapar, una humanidad atrapada en las redes del consumismo y la depredación de su entorno. Y acaba diciendo Guillermo que es necesario proteger y luchar porque la reserva huatulqueña permanezca para las nuevas generaciones y no termine como otro Acapulco o Cancún.


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Después el escritor Leonardo da Jandra dijo que empezó a escribir La Almadraba justo el día en que los burócratas sin alma de FONATUR le notificaron la demanda por “haber invadido un predio que ocupaba con su compañera desde cuatro años antes de que llegar FONATUR a Huatulco”. El autor de Huatulqueños y Samahua, añadió que con esta novela se cerraba no sólo el ciclo de la trilogía costeña, sino también su proyecto utópico en la costa de Huatulco. Da Jandra lamentó que hayan tenido que ser los burócratas de FONATUR los encargados de expulsarlo de su paraíso huatulqueño pero, enfatizó que está encantado con el cambio que ha experimentado su vida y la de su compañera a partir de su traslado a Oaxaca.

Ya en el terreno exclusivamente literario dijo que La Almadraba es la novela más metódica y precisa que ha escrito, una un profundo y sincero agradecimiento de todo lo que el mar le ha dado. Enfatizó que es imperdonable que en un país con casi once mil kilómetros de litorales apenas exista literatura sobre el mar y que lo más rescatable de Marx era que decía que había que naturalizar al ser humano y humanizar a la naturaleza, y se declaró a favor de la conservación del Parque huatulqueño y en contra de los proyectos turísticos que FONATUR pretende realizar en Cacaluta, atentando contra la sociedad huatulqueña y su naturaleza pródiga.

Leonardo comentó que varias veces ha estado a punto de morir en el mar, y que la muerte no es como dicen algunos, algo aterrador, sino es solamente un cambio de piel porque nuestro espíritu nunca morirá…

Concluyó su presentación da Jandra diciendo que lo mejor de la literatura es para crear amigos como Fadanelli. Dijo que el mayor enemigo el intelectual es el burócrata arrogante que no ve sus deficiencias y no se rodea de un buen equipo para tomar las mejores decisiones, el mayor bien, el mayor tiempo posible y para la mayor cantidad de gente.

Después de varias intervenciones del público, Fadanelli dijo que La Almadraba es “La novela del Mar”.

11.4.08

Cacaluta 31-10-99

Nueva visita del escritor Andrés Jorge. Es un caso en que vida y obra están regidos por la misma exigencia: el rigor y el éxito. Es casi seguro su salto literario; sin embargo, ninguna de las tres novelas que hasta ahora ha escrito (ni siquiera la que ganó el Premio Joaquín Mortiz) han logrado aún la madurez de su ingenio original. El siempre echa por delante su condición de escritor de tiempo completo, pero lo cierto es que le resulta imposible desprenderse de su papel de editor de National Geographic en español. Aunque nació y creció en Cuba, su visión del mundo y de la literatura tiene la lucidez límite del talento latino con la mejor ironía norteamericana. Acordamos que en el número de julio del 2000 salgan seis páginas de la revista dedicadas al Parque Nacional Huatulco.

Me enviaron Paraderos literarios de Ricardo Garibay. Prosa intensa y rencorosa; por momentos alcanza la luminosidad del gran maestro, aunque el odio insuperable a los imbéciles consagrados termine desdibujando los grandes trazos.

Garibay es un caso contrastante de hombre que logró vivir de su pluma. Jamás dejó de proclamar la primacía del arte sobre la vida; pero su vida áspera e intolerante se cernió sobre su obra y la privó del mejor brillo. Para el Lucifer que aún llevo adentro, el caso de Garibay es alertante: atacar sin tregua a los mediocres que triunfan conduce inevitablemente al aislamiento. Y al final suelen ser los mediocres los elegidos para reescribir la Historia. 

Al poco tiempo de publicarse Huatulqueños, Martín Solares fue a Cuernavaca a entrevistarlo y le llevó un ejemplar. Garibay lo leyó y le habló a Martín por teléfono para decirle que cuando yo pasara por la ciudad de México me acercara a Cuernavaca para compartir con él un buen vino. Por ese tiempo tenía Garibay un programa de televisión sobre crítica de libros, y al ver uno de esos programas recibí tal impresión negativa, que preferí quedarme en el ámbito estricto de la obra. Cuando un autor tiene una impronta vital soberbia, lo más conveniente es que su obra pase por anónima.

Cacaluta 5-11-99

Rumia adaptativa: lecturas y relecturas de los libros de Tusquets que me hizo llegar Martín Solares. Como contrapunto a las inevitables referencias al mundo profano de ventas y novedades, la férrea persistencia en el rechazo. Martín insiste en que un programa de giras a las principales universidades triplicaría mi número de lectores. Tal vez... y tampoco puede ser gratuito que el etéreo Basilio Baltasar le haya arrebatado a la editorial Txalaparta los dos volúmenes de la trilogía costeña para llevárselos de fiambre a Seix Barral.

En Canarias estuve con Mario Monteforte Toledo, escritor guatemalteco de gran renombre patrio, y que a sus ochenta y ocho años tiene una vitalidad excepcional (estaba entusiasmadísimo con la visita que le iba a hacer en París a su novia italiana de cuarenta años). Lúcido, rebelde anacrónico y profundamente dolido por el desprecio del medio literario peninsular, el hombre todavía tiene la necia esperanza de que los fenicios que manejan la mayoría de las editoriales españolas publiquen su obra costumbrista rebosante de un indigenismo resentido. Al despedirme de él, pensé que su pasión vital no merecía regodearse en la derrota; quise decirle que era más pleno el silencio que la súplica y el lamento, que mejor leyera a Beckett que a Cela ; pero lo vi tan esperanzado con la promesa de Alfaguara que me negué a anticiparle la derrota.

Cacaluta 7-11-99

Los buzos huatulqueños -por fortuna en franca extinción- rechazan instintivamente el trato con el turista. Son promiscuos y de un orgullo que sólo se puede atribuir a su desconfianza radical hacia los extraños. Con un gancho, un arpón y una pequeña barreta saquean sistemáticamente las profundidades del Parque marino. Cuando van en lancha y sorprenden al paso a una tortuga, se clavan al instante sobre ella y la suben. No buscan la exquisita carne ni la preciada piel, sino tan solo los huevos. Con un cuchillo le hacen a las hembras una hendidura en el costado y por allí, metiendo con avidez su garra, le extraen todos los huevos; después arrojan la tortuga al mar y se ríen salvajemente de la rapidez con que el animal aletea hacia la profundidad dejando un rastro de muerte. Tras varios días de andar flotando a la deriva, las olas arrojan el cuerpo pútrido a la orilla y allí los zopilotes realizan su ritual macabro. El espectáculo tiene toda la perversidad de un mitin político: primero picotean los más fuertes, alrededor de éstos curiosean los que siguen en atrevimiento y por último, en la franca e inofensiva periferia, merodean los perdedores. Al atardecer, cuando los fuertes levantan el vuelo satisfechos, los débiles se acercan para confirmar la derrota.

Cacaluta 9-11-99

Aquí, en este rincón pletórico de vida aprendí que el paraíso y el infierno son las dos caras de un mismo todo. Y aunque estoy seguro que vivo la mejor de las vidas para mí posibles, cada vez me afirmo más en la convicción de que el aspecto paradisiaco del todo que habito es más vegetal y animal que humano.

Humanizar es culturizar, y una naturaleza cultivada pierde su libertad primigenia para convertirse en huerto o jardín. Hay sin duda en la inculta exuberancia de las selvas algo de mitología germinal, una plenitud sin dirección ni valor de uso donde la vida y la muerte se suceden en un equilibrio casi ritual. Sólo con la intervención del hombre la naturaleza pierde su armoniosidad. Cuando el espacio paradisiaco se historiza, lo infernal comienza a ser determinante. El hombre fija fines y calcula beneficios, rompe el equilibrio imperante y la vida animal y vegetal es condenada a muerte.

Tras años de contemplar la agresión calculada del hombre sobre la naturaleza tengo la certeza de que la verdadera experiencia paradisiaca es la interior, y que ésta sólo se alcanza trascendiendo la infernalidad en que gusta solazarse el cuerpo. El que ve una vez el lado paradisiaco de la vida jamás lo olvida, y el recuerdo permanece hasta el instante mismo de la muerte. Pero el que descubre el paraíso después de haberse perdido en los rincones más tentadores del infierno, sabe que la luz que lo ilumina es tan sublime, que todo lo demás ni siquiera queda en el recuerdo.

Cacaluta 15-11-99

Reestructuración a fondo de la novela que estoy haciendo: En el corazón de un sol herido. 

Hace cuatro años, cuando estaba indeciso sobre el tratamiento estructural dado a Samahua, Martín Solares insistió con vehemencia para que en lugar de una novela le diera la forma de un conjunto de relatos. Esta sugerencia me pareció entonces una clara muestra de que Martín no había entendido el papel determinante del contrapunteo nucleohistórico en el primer volumen de Arousiada (y no fue gratuito que en la presentación de la solapa se refiriera a la novela como conjunto de relatos). Esa vez fue Alejandro Morales –otro de los amigos perdurables que le debo a Entrecruzamientos - el que apoyó con firmeza la estructuración del contrapunteo temporal de Samahua, y que muchos de los personajes fueran los mismos de Huatulqueños.

Pero ahora, la crítica fecunda de Martín me decidió a suprimir el contrapunteo en favor de una linealidad ultradinamizada. Espero, no obstante, la opinión respectiva de Alejandro con el calmado desapego del cazador que sabe muy bien que la mayoría de las veces la posible víctima no llega.

Todo el entorno empieza a cambiar de piel. Pero al revés del desolado otoño septentrional, aquí la vida fluye por doquier y los instintos depredatorios se aguzan ante los sonidos de la hojarasca y los olores de apareo.

Cacaluta 1-12-99

Lectura del último inédito de Hemingway. Hay aún por momentos en ese viejo depredador truculento toques incuestionables de la mejor literatura. Esos diálogos cortocircuitados son como señales de fuego en medio de la estupidez del más llano common sense. Algunas imágenes conservan el atrevimiento antisolemne del auténtico outsider; y ciertos detalles –como enseñarle a decir en español a la bellísima negra Debba “estoy en la puta gloria”- denotan la mirada esencializadora del genio.

Sigo prefiriendo El cazador blanco de John Hunter a este diario novelado e inconcluso que nos muestra a un Hemingway de sintaxis enmarañada rodeando islotes de amenazado esplendor. No obstante, puede considerarse Al romper el alba una muestra magistral del Hemmingway estereotipado por la crítica : un personaje metaliterario obsesionado por las mujeres, el alcohol y los rituales de la más primitiva violencia.

Cacaluta 8-12-99

Ayer la NASA perdió su segunda nave al tratar de cruzar la atmósfera de Marte. En represalia por intento de profanación, el planeta enrojeció la corriente del Pacífico oaxaqueño y la vida marina huyó hacia las profundidades. En días así, cuando la dieta obligada va del tasajo de venado a la despensa que traemos de afuera, se me hace claro que el regreso al consumo industrial sería el final de nuestro proyecto utópico.

Es sorprendente la rapidez con que la vida, en toda su fascinante diversidad, desaparece día a día con el progreso destructivo. Hoy vimos una comunidad excepcional de delfines en tránsito hacia el norte. Raga destacó, como siempre, el lado maravilloso; yo me limité a despedirlos a todo lo ancho de la visión en su carrera gozosa hacia la muerte.

Cacaluta 17-12-99

Hay en los momentos de caída una desgana de mundo que si perdura se convierte en pura negación. Cuando se está en ellos es más, mucho más, lo que no se hace que lo que se hace, y aun así lo que se hace está nimbado de mediocridad y rezuma rencor ante la impotencia.

Escribir es siempre más tarea que leer. Para mí la lectura es el lado gozador de la escritura, y un escritor que no lee con gusto lo que escribe es un mal escritor. Lo verdaderamente insano es cuando ya ni se goza la lectura. Algo le corresponde a la naturaleza circundante y algo al libro; pero lo determinante es cómo se haga la lectura.

Con Bakakái de Gombrowicz ni siquiera pude llegar a la mitad. En los setentas Ferdydurke y Cosmos habían consagrado al autor como excéntrico y antigregario: dos atrayentes calificativos para los cultores de los límites. Ahora que todo alrededor es fermento y agotamiento, la rebuscada absurdidad de los relatos me parece de una excentricidad provinciana.

Con la vida de Santa Teresa, que alterné para oxigenarme fue mayor el abrumamiento que la aburrición: me aniquiló tanto sufrimiento y tanto deseo de soportarlo. Tal vez el motivo esté en el farragoso castellano del siglo XVI, y a que cuando uno está en el abismo todo se ve alto, quizás demasiado alto.

6.3.08

Cacaluta 30-10-99

De nuevo en el centro solar. Y desde aquí Madrid, con su aquiescencia glamorosa, y Canarias tan hispanoamericana y festiva, se ven como dos referencias efímeras en un parpadeo insomne.

Un proyecto justiciero: acabar con los neofenicios que profanan, con su afán desmedido de lucro y la celebración de todo tipo de simplezas, la relación autor-lector. El cincuenta por ciento que cobran ya los grandes mercaderes de libros hace pensar, con un regusto de rebeldía, en la grandeza de aquellos libreros que leían todo y sabían qué recomendarle a cada lector. Por lo demás, el papel de los editores es cada vez menos relevante: costos y beneficios sustituyen al gusto estético y la creatividad. Tal vez con la red literaria desaparezca la industria editorial como la conocemos hoy día (lo que supondría la salvación providencial de millones de árboles); sin embargo, estoy seguro que el libro de arte gozará de mejor ventura.

La novela que estoy escribiendo volvió a experimentar una reacomodación violenta. A la sugerencia de Fadanelli se le aunó la de Martín Solares y decidí con ellos que era mucho más fluida la versión lineal de las andanzas de Trilce. Probablemente en las divagaciones entre El y Trilce en el desierto intercale los capítulos contrapunteados a manera de intercambio terapéutico.

La doble posibilidad del creador: alimentarse de sus creaciones o ser devorado por ellas.