Visita de Guillermo Fadanelli y Martín Solares. Los dos reunen esos rasgos de nobleza e inteligencia que distinguen a los hombres originales. Hasta ahora ninguno de los dos ha alcanzado la plenitud creativa; pero, de persistir en el intento, Guillermo podría convertirse en el narrador por excelencia de la infernalidad urbana, y Martín en el editor de la narrativa mexicana del nuevo siglo. Es posible: todo depende del desenlace de la lucha radical entre la soberbia y la humildad, la luz y la oscuridad
Mucho agave y demasiadas palabras. Martín insistió en que desearía ser mi editor, deseo que comparto tras el creciente desacuerdo con Planeta. Sin embargo, le falta aún a Martín un buen trecho –quizás el más difícil- para superar el promisorio desempeño que logró alcanzar en Tusquets.
Ante el asalto de los neofenicios al poder editorial, no sólo se me sublevan las ganas de escribir, sino también las de publicar. Por desgracia aún no he aprendido a serle fiel al silencio.