10.9.07

1-8-99

Pocas culturas son tan alérgicas a la profundidad de pensamiento como la norteamericana. Allí, cuando ha habido filosofía no ha sido más que un recetario técnico para justificar y hacer más eficiente la producción y venta de mercancías; y en ciertos casos extremos se lleva al límite la autoculpabilidad para arremeter frontalmente contra la infértil rumia académica que pretende extraerle algún jugo a los desechos metódicos que importan de Europa.

Acabo de leer El día de la Independencia de Richard Ford, apóstol menor de la taradez clasemediera norteamericana; y ante este tipo de libros, que nos remiten inevitablemente a la necia entronización del sentido común del Babbit de Sinclair Lewis, la pregunta obligada es: ¿cuándo entenderán los norteamericanos que su megalomanía –a pesar de disfrazarse de humor simplón y falso autoflagelo- no es más que brillante superficialidad sin fondo?

No en balde, las mejores expresiones literarias que han logrado fueron en realidad gestos soterrados de rebeldía. Visiones que descubren la grandeza en la caída, y donde los personajes más perfilados no pasan de ser antihéroes tragicómicos que, sin más convicciones que la autoculpabilidad y el fatalismo, se oponen insensatamente a la tiranía del sentido común y el patriarcalismo bíblico. Pienso, por ejemplo, en Rabbit de Updike, El guardián en el centeno de Salinger o La conjura de los necios de Paul Kennedy.

Lo sorprendente es que en medio de tanto disparate producido por la publicidad logren alzarse de vez en cuando titanes de la talla de un Faulkner o un Cormarc Mc Carthy.

Definición de Homero Torrenciales, el portaestandarte de la literatura ébrica oaxaqueña: La norteamericana es una sociedad represiva y carcelaria, donde sólo disfrutan los pendejos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado Leonardo, siempre me ha costado entender tu reticencia hacia la literatura norteamericana. Quizá porque donde tú ves "humor simplón y falso autoflagelo" yo suelo percibir una contundente crítica a un modo de vida que pese a su superficialidad, reviste de una aprecibale riqueza vital como materia literaria. Es posible que nuestras opiniones difieran debido a que la "literatura norteamericana" como tal, es bastante diversa. Pienso, por ejemplo, en los autores norteamericanos de la diáspora, que poco o nada tienen que ver con el Richard Ford, que tan mal sabor de boca te deja, o el propio Cormarc Mc Carthy, cuya obra siempre ponderas. Recientemente leí en la nueva colección de Bruguera el libro "Deriva Continental" de Russell Banks, me permito recomendarla porque es un ejemplo de lo que esa “megalomanía”, como le llamas, puede dar origen a obras maestras (y asumo el riesgo que corro al catalogarla así) Por lo demás, un placer encontrar este blog tuyo. Confieso que estoy gratamente sorprendido por su contenido
Un saludo afectuoso desde Puebla.
Alvaro Hernández

Anónimo dijo...

pinche da jandra, deja de generalizar la literatura norteaméricana y ponte a leer más sobre ella. Un dato, La conjura de los necios no es de un tal Paul sino de John Kennedy Toole, aplíquese literatura y después critique con criterio, valga la redundancia.