9.9.07

Cacaluta 22-7-99

Continúa vigente la obsesión por los límites.

San Juan de la Cruz: la renuncia total. Beckett: la liberación a través del silencio. Marco Aurelio y Séneca: la plena subyugación de la bestia humana.

Cada vez existo menos. Sólo quiero desapegarme de la presentaneidad profana, que cada instante me aleje más del lamento de los grandes perdedores. Ni Dostoievski, ni Nietzsche, ni Ciorán, ni Revueltas, ni Sábato…, ya no quiero rezar por los que se sacrificaron neciamente enfrentando el sentido común y la santa democracia.
Es probable que el discernimiento que busco esté en el noble sendero medio con que el iluminado Buda demarcaba los pares de opuestos. Sin embargo, cuando acecho mi comportamiento, sospecho que tal vez me encuentre a mitad de camino entre el guerrero y el místico, necesitando por igual la ritualidad sacrificial y la astucia de un depredador en serio peligro de extinción.

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