24.8.07

La Carlota (sierra mazateca) 4-7-99

Comimos siete pares cada uno, derrumbes de finísimo olor y sabor. Experiencia de total desapego que me permitió potenciar el acecho frente al yugo de la razón. Raga, deseando siempre ir más allá. Lucía, desbordando su energía en arranques lúdicos.

El lugar donde nos encontramos es una ruinosa finca cafetalera de finales del siglo pasado, pero aun en su decadencia permite ver –como sucede con las obras fallidas y tardías de los grandes autores- la persistencia del primer esplendor.

Cuanto más contemplo los destrozos del progreso entre los indígenas que habitan estas montañas prodigiosas, más me convenzo de que la estupidez humana es una argucia de la naturaleza para acabar poco a poco con el animal más depredador. El pasmo que produce la inmensidad que se abre ante la mirada madrugadora, es cortado bruscamente por los manchones de la milpa devoradora de bosques. Imposible no ver en esta destrucción irracional de la naturaleza un remedo perverso de la afinada inteligencia social de los insectos.

El lugar podría ser ideal para establecer un centro iniciático…De todos modos, sólo sería un gesto de gratitud en el límite del acabamiento.

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